La Historia no sirve a los testarudos

Juego de Palabras Por Ricki Chavez-Munoz

La Historia es la ciencia que tiene el hombre para guiarse en sus decisiones y aprenda de esta sobre aciertos y desaciertos, según lo cual, el hombre inteligente no cae en ejemplos de errores históricos y se aleja de los desaciertos por la propia razón de estos.

Conversamente, quien no aprende de la Historia y cae en los desaciertos históricos es aquel que por error o por falta de criterio pertenece a quienes pagan por tales faltas, y muchas veces causan daño a quienes creen en ellos.

Se puede decir que el ejemplo histórico de mayor precedencia es aquel que vio a un rey tratar de imponer su voluntad bajo el principio de vis et voluntas, o “fuerza de voluntad”. Bajo este principio, el Rey John pretendió, el siglo XIII imponer su robusto sistema de administración, muchas veces caprichosa, a sus súbditos en la Inglaterra de entonces, con la justificación de que el rey estaba por encima de la Ley.

Cansados de tales atropellos y de las guerras aventureras que el Rey John imponía a sus barones, lores y pueblo en general, las excesivas demandas económicas sobre la aristocracia inglesa colmaron el límite de la paciencia de varios de estos, quienes se rebelaron contra el Rey, y un histórico 10 de junio del 1215 le presentaron para que la apruebe y firme la legendaria Magna Carta Libertatum.

En una ceremonia en Runnymede, a orillas del Támesis. A regañadientes, y para no ganarse más enemigos, el tiránico King John firmó el documento sentando la base de los derechos ciudadanos que son esenciales hoy en día.

La Carta Magna, es uno de los documentos más importantes de la historia, pues establece el principio de que todo el mundo está sujeto a la ley, incluso el rey, y garantiza los derechos de las personas, el derecho a la justicia y el derecho a un juicio justo a cada persona.

Sin embargo, la Historia también tiene momentos de aberración donde testarudos sujetos pretenden que las lecciones del pasado lo se les debe aplicar, y uno o varios de estos hoy pretenden, en el estado de Jalisco en México, imponer un impuesto directo a quien deseen participar del entretenimiento en juegos de azar.

Según un reporte del medio mexicano El Occidental, el diputado estatal Quirino Velázquez, presidente de la Comisión de Hacienda en la Cámara baja de Jalisco, dijo: "Hay un impuesto que se cobra a los casinos y ahora se cobrará un 10 por ciento a quien desee jugar. Llega y dice quiero jugar tal cantidad y pagará un 10 por ciento. Lo que tenemos establecido es que lo pagará la persona que desee jugar”.

El gobierno estatal de Jalisco ha seleccionado a la industria del juego como una fuente potencial de recaudación tributaria, o s vaca lechera, y de acuerdo a “la Ley de Ingresos del Estado del 2021, se adicionará el Impuesto sobre Erogaciones de Juegos con Apuestas para el Ejercicio Fiscal del próximo año, en el artículo 13 Bis, con una tasa del 10%”.

Aparte del impuesto directo al ciudadano que pretenda jugar sus pesitos en su tragamonedas favorito, el casino seguirá pagando el impuesto especial respectivo al erario. Es decir, mientras que la ciudadanía no paga impuestos por jugar un sorteo, una raspadita o un billete de lotería, “ahora si quieres jugar en el casino pagarás un impuesto del 10% sobre lo que gastes en el juego”, y eso, antes de jugar. O sea, empiezas perdiendo y si ganas, pues ya perdiste el 10 por ciento de tu capital.

No importa la base sobre la cual se impone el impuesto, sea esta científica o moral. Del hecho al trecho existen muchas opciones, y en el juego, una de ellas es de que, entre caja y juego, decides no jugar. Sin embargo, por este no juego, en Jalisco te clavaron con un 10% sobre tu patrimonio.

Ni el diputado Velásquez, ni algún otro político golondrino que tuvo la genial idea del impuesto al deseo de jugar deben haberse dado cuenta de que el juego presencial está de caída, no solo por cuestión de desarrollo tecnológico, sino por el impacto de la actual pandemia que impone el distanciamiento social, y lo primero que van a lograr es que el juego en las salas de juego empiece su extinción más apresuradamente.

Con el impuesto directo al jugador, lo que van a lograr los políticos de Jalisco es aumentar los ingresos del juego ilegal, primeramente, y luego los ingresos del juego por Internet. La cretina idea del impuesto al jugador siempre ha sido una de las magnas atrocidades políticas en cualquier parte del mundo, y los de Jalisco han pasado a la historia, pero en el respectivo tacho.