BRASIL – Crece el debate sobre la legislación para casinos

Senadores saben que la oposición al juego legal fomenta el juego clandestino

Ante al escenario pandémico del covid-19, ha resurgido el debate sobre la legalización de casinos, bingos, máquinas tragamonedas, además de la lotería callejera ilegal, Jogo do Bicho, claro está.

Por un lado, el Proyecto de Ley del Senador Ciro Nogueira prevé que parte de los impuestos recaudados traería recursos a un programa que favorece a las familias necesitadas. Según el senador, la legalización de los juegos de azar en Brasil puede generar, a corto plazo, un ingreso de R$ 50 mil millones – unos US$10.000 millones – anualmente para el gobierno.

Los casinos fueron legales en Brasil hasta 1946 y marcaron el tiempo en casas como el Casino Urca, la Sala Dorada del palacio de Copacabana y el Palacio Quitandinha, en Petrópolis. Además, la regularización de los casinos y otros juegos de azar ha sido debatida durante casi tres décadas en el Congreso, y se considera que la propuesta PL 442/1991 del senador Nogueira es una de las propuestas más antiguas en marcha en la Cámara de Diputados.

Todo listo en el Senado para la legalización de los casinos

Muchos estados y ciudades en Brasil esperan ansiosamente la corrección de un error que ha durado 74 años, creando la clandestinidad en el rubro de los juegos de azar, especialmente los casinos. Uno de los países donde más juega en el mundo es Brasil, con un movimiento anual estimado en US$5.000 millones, sin supervisión y sin pagar un centavo de impuestos, ni generar empleo formal, mientras que el Estado se chupa el dedo en nombre de un moralismo que esconde quién sabe qué. Solamente el Jogo do Bicho mueve unos 10 mil millones de reales al año (US$2.000 millones).

Un estudio de IJL/BNLData indica que el mercado de los juegos de azar en Brasil tiene el potencial de ganar 15 mil millones de dólares al año, dejando al erario US$4.200 millones, además de US$1.700 millones por concepto de tasas, licencias y permiso autorizaciones, sin añadir inversiones y la generación de empleos en la implementación de los negocios apuestas. Es decir, la nueva industria generaría más de 658.000 empleos directos y 619.000 empleos indirectos.

Y al parecer, la próxima legislatura del Senado podría cambiar ese escenario, y rápidamente.

Para Magno José Santos de Sousa, presidente del Instituto Brasileño de Juego Jurídico, profesor del curso de postgrado en Comunicación Empresarial de la Universidad Candido Mendes (Ucam/RJ), editor de BNLData y periodista especializado en loterías y apuestas, Brasil persiste en mantenerse con una de las legislaciones más retrasadas del mundo para el sector. «La clandestinidad no excluye la práctica», advierte Magno Sousa.

La firma de encuestas Paraná Pesquisas fue contratada por bnldata/Instituto Brasileiro Jogo Legal, y consultó a 238 diputados federales en mayo del año pasado con la pregunta: «¿Está usted a favor o en contra de la legalización de TODOS los juegos de azar en Brasil, es decir, la legalización de casinos, juegos de azar, casas de bingo, videojuegos y juegos de azar en línea?» La encuesta tuvo como Resultado: 52.1% de los diputados federales expresaron su apoyo a la legalización de casinos, juego del insecto, bingos, videojuegos y juegos de azar en línea; El 40,8% se opuso; y el 7,1% no respondió.

Por otro lado, una encuesta realizada por Global Views, en 2019, estima que el 70% en el mundo se muestra favorable a los juegos de azar contra el 25%, que no lo son. En Brasil, el 66% está a favor del juego, contra el 25%, y se dice que el presidente Jair Bolsonaro es uno de los brasileños a favor de la legalización de los juegos. Mientras tanto, la deuda pública de Brasil ha llegado el 90% del producto interno bruto (PIB), en un escenario agravado por la pandemia.

La oposición al juego legal fomenta el juego clandestino

Comentando sobre la situación económica brasileña, el senador Angelo Coronel dijo a la Agencia Senado: «La generación de recursos como fiscalidad de los juegos de azar podría ampliar el alcance de la bolsa familiar de 14 millones de familias a 22 millones, aumentando aún la cantidad promedio recibida de 200 a 300 reales. Esto equivale a unos 50 mil millones de reales en recursos para financiar el incremento del programa. Creo que los fondos recaudados deben utilizarse en el área social, en un programa de ingresos básicos, pero esto depende de la gestión presupuestaria del gobierno. Para el Brasil, lo que importa es tener la capacidad financiera para financiar un programa de este tipo».

El argumento de oposición a los juegos de azar en Brasil, demuestra aún más su incredibilidad le juego, con la premisa errónea de un falso moralismo que asume que la legislación de los juegos de azar puede agravar los problemas de salud, con un alto costo de tratamiento por concepto de ludopatía, además de aumentar la explotación sexual, la prostitución, el empeoramiento de la seguridad pública, perjudicando acciones para combatir la corrupción, aumentando también el lavado de dinero, la evasión fiscal y la evasión de ingresos.

Tal argumentación, sin embargo, se desploma ante el hecho de que todo lo que aluden a su falso moralismo está sucediendo ahora en vivo y directo con el juego clandestino hace de las suyas alimentando la corrupción, el soborno y el chantaje político. Y esto hace que la legalización del juego sea un acto necesario e irreversible.

Existen cuatro proyectos de ley de juegos de azar en el Senado brasileño con el primero de ellos listo para su votación en el Pleno, ya a principios de este año, el Proyecto de Ley del Senado (PLS) 186/2014 del senador Ciro Nogueira, que autoriza la explotación de «juegos de fortuna» en línea o terrestre en todo el territorio nacional, incluyendo el Jogo do Bicho, video bingo, videojuegos, casinos en complejos de ocio integrados, casinos en línea y apuestas deportivas y apuestas en esportivas. Los proyectos de los senadores Roberto Rocha, Senador Irajá y el ex Senador Donizetti Nogueira, siguen la misma línea.

El próximo año legislativo en el Congreso Nacional de Brasil comienza en febrero, y será, tal vez, quién sabe, en tiempos de carnaval, ¿menos enmascarado?